jueves, 21 de mayo de 2009

Reflexiones sobre el "maravilloso" mundo Disney


Un trabajo académico me ha llevado a revisar las películas de dibujos de Disney con las que crecí. El proyecto que planteamos es una serie de documentales sobre estas producciones como transmisoras de valores. El ejercicio de ver estas películas de “otra” manera, desde la distancia analítica y la madurez me ha planteado una reflexión que quisiera destacar: ¿deben las películas infantiles incorporar elementos dramáticos?

Viendo ahora de mayor las películas Disney he revivido algunos de los “traumas” de mi infancia: la muerte de la madre de Bambi, la madre de Dumbo encerrada en la jaula y, cobre todo, la muerte de Mufasa en el rey León… Aún ahora, me sigue costando esfuerzo ver películas tristes, dramas desgarradores, para sufrir ya está la vida. No quiero decir que todas las películas deban tener finales felices y contar historias bonitas, ni mucho menos, de hecho creo que las más nos emocionan son las que nos creemos, y el drama es algo muy nuestro. Lo cierto es que no sé que nos hace más daño si el “felices para siempre” o la muerte del rey león.

Leí en algún sitio que el dolor es inherente al crecimiento porque así maduramos. Por eso me pregunto si es bueno incluir el drama, y la tragedia a los niños ya de pequeños. ¿Esto les prepara para la vida real o solo les hace pasar un mal rato? ¿No sería mejor conservar intacta su bendita inconsciencia hasta que la vida les abra los ojos? Escribía el poeta Miguel Hernández “desperté de ser niño, nunca despiertes”, quizás los finales felices nos ayuden a seguir dormidos mientras aún nos sea posible.

martes, 19 de mayo de 2009

Y tú, ¿qué harías si fueses Dios?



–¿Cómo que no existo? –exclamó.
–No, no existes más que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.



Así de rotundo se muestra Unamuno cuando el protagonista de su novela, o como él la llama nivola, Niebla, decide viajar a Salamanca para hacer una visita al célebre escritor. Unamuno, le revela a Augusto la verdad sobre su existencia y mantienen una prolija conversación en la que el autor reflexiona sobre la creación literaria y la relación entre el escritor y sus personajes. Unamuno adquiere el rol de Dios, controla y el destino de su personaje, le anuncia que va a morir, situación ante la que Augusto se revela.

No recuerdo la lectura que hice de esta obra cuando la leí hace unos años, lo cierto es que poco recordaba de ella excepto que me había gustado bastante. Ahora, refrescada la memoria, supongo que lo que más me influyo de esta obra es la reflexión que la cierra. Especialmente, la constatación del poder omnipotente del creador respecto a su obra, y ¿quién no se ha preguntado alguna vez que haría si fuese Dios? Creo que este es uno de los grandes atractivos de la creación cultural, la capacidad del autor para manejar a sus personajes a su antojo, la oportunidad de jugar a ser Dios ¿de qué otra manera podemos lograr un poder tan grande?

Sin embargo, en su cruzada por el control de su existencia, Augusto, replica a Unamuno: ¿y si es él el que no existe? “¿no ha sido usted el que no una sino varias veces ha dicho que don Quijote y Sancho son no ya tan reales, sino más reales que Cervantes?”. El personaje continúa su alegato: “Hasta los llamados entes de ficción tienen su lógica interna...”… “En efecto; un novelista, un dramaturgo, no pueden hacer en absoluto lo que se les antoje de un personaje que creen; un ente de ficción novelesca no puede hacer, en buena ley de arte, lo que ningún lector esperaría que hiciese...”

Paradójicamente, resulta que cuanto mejor se construye un personaje, cuanto mejor lo conoce el público, cuanto más profundo y complejo resulta, más posiblemente se convertirá en un ente autónomo un poco más inmune a los caprichos de su creador. ¿Acaso el gran público consentiría que House dejase de cojear y comiese perdices para siempre? ¿Qué pasaría Drácula se pasase al zumo de frutas? ¿Y si Robin Hood colgase el arco y se dedicará a cultivar honradamente la tierra?

Cuando un autor hace algo semejante, el público, por lo general sin llegar a los extremos de la protagonista de Misery, se siente traicionado. Parece que ni siquiera escribiendo alcanzaremos nunca el poder divino.

sábado, 16 de mayo de 2009

Siempre habrá poesía





Mientras buscaba información para escribir una entrada de este blog, descubrí que algunos de los versos que más me gustaban de la canción de Serrat “Caminante, no hay camino” no estaban en el poema original de Machado. Aunque ya sabía que algunos de ellos eran obra del cantautor catalán, de hecho en uno de ellos alude claramente al poeta, me sorprendió mi propia confusión. Aunque no soy una experta en poesía, la anécdota me pareció un gran halago para Serrat.

Me dio por pensar en la poesía, y me di cuenta de que no sería capaz de decir casi nada sobre el momento que atraviesa. Nunca leo poesía actual, me resultaría difícil nombrar un solo poeta vivo. Sospecho que yo no soy la excepción. Pero aunque no creo exagerado afirmar que la mayoría de la gente no está al corriente de la poesía que se escribe actualmente, ella siempre se abre camino y nadie se escapa de su influjo.




Nada mejor que estos versos de Becquer para explicarlo. La poesía que todo lo toca y todo lo envuelve a veces se disfraza de canción y así las figuras literarias y las rimas llegan a todos los oídos que no solo oyen, sino que también escuchan. No me refiero solo a los tributos que cantautores como Serrat han rendido a Antonio Machado o a Miguel Hernández que aún hoy siguen invitando a muchos a leer sus obras. Son muchos los compositores que son dignos herederos de los grandes poetas.

Escribía Hernández que los poetas son “viento del pueblo”. Durante la Guerra Civil, la Alianza de Intelectuales Antifascistas hacía llegar al frente republicano publicaciones como “El mono Azul” donde los milicianos podían leer las composiciones de los poetas de la Generación del 27.

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-
....Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada

Con estos versos empezaba el poema de Machado por el que se enteraron en el frente rojo del asesinato de Lorca. Durante la Dictadura Franquista, los cantautores tomaron el relevo y usaban sus estrofas para decir con metáforas lo que no podían gritar a los cuatro vientos.




En los días en los que el reggaeton y el techno parecen haberse adueñado del panorama musical, sigo pensando que la poesía seguirá abriéndose camino. Si ha sobrevivido a las modas y al paso de los siglos adaptándose, estoy segura que un puñado de “modernillos” no acabará con ella. Aunque me gustaría ilustrar esta relación, secuencial y paralela a un mismo tiempo entre poesía y composiciones musicales, con algún cantautor o grupo revelación digno de esta herencia lo cierto es que mi desvinculación de las novedades y mi devoción por Sabina me lo impiden.

martes, 12 de mayo de 2009

La sangre fría de Capote

Hace algunas semanas terminé de leer el famoso libro de Truman Capote “A sangre fría”. En la obra, el periodista narra el brutal asesinato de cuatro miembros de la familia Clutter que en 1959 conmocionó a la sociedad norteamericana. Capote es considerado el creador de la non-fiction-novel, género que inauguró con este libro.

"A sangre fía" no es sino un reportaje periodístico de gran extensión, y es este aspecto lo que más meritorio me parece. El autor logra de manera magistral desaparecer de la historia que fluye de manera natural ocultando al lector la mirada subjetiva de quién escribe. Capote se convierte en un narrador omnisciente, conoce cada detalle de la historia pero en ningún momento nos permite identificarlo como un personaje de esta. Como estudiante de Periodismo, soy consciente de la dificultad que comporta alejarte de los hechos y no convertirte en protagonista.

Sin embargo, si después de bastante tiempo escribo sobre este tema es porque hace unos días, movida por la curiosidad que me despertó el libro, vi la película “Capote”, dirigida por Bennett Miller y con la memorable actuación de Philip Seymour Hoffman. El film narra el proceso de creación del libro, la investigación que llevó a cabo el periodista para escribir la obra de su vida.


Aludiendo de nuevo a mi faceta de estudiante de Periodismo, me impacto la sangre fría del propio Capote, que no duda en recurrir a engaños, sobornos y subterfugios de toda clase para conseguir la información que desea. Especialmente inmoral me resulta la falsa amistad que entabla con Perry Smith, uno de los asesinos. El autor juega con las esperanzas de un hombre inestable que, prisionero en el corredor de la muerte, cree encontrar en Capote alguien en quien confiar por primera vez en su triste vida.

Cuando estaba leyendo el libro, “A sangre fría” (In cold blood, por suerte respetaron el título en la traducción) me pareció un título perfecto para describir los asesinatos de los Clutter. Ahora creo que la película sobre la investigación de Capote, podría llevar el mismo nombre.

Wellerismo

Un wellerismo es una especie de juego lingüístico que aporta una nota cómica o irónica dándole la vuelta a una frase sentenciosa, frecuentemente a un refrán. El término deriva del personaje de Dickens Sam Welles, compañero de Mr. Pickwick en la obra. Aunque el término no comenzo a utilizarse hasta el siglo XIX en Alemania, este tipo de construcciones se dan en todos los idiomas, incluso lenguas muy antiguas.
Mi personal intento:
"Dios aprieta pero no ahoga", dijo el verdugo ajustándole el nudo

lunes, 11 de mayo de 2009

Púlpito


Púlpito. Si tengo que definir este blog con una palabra, elijo púlpito.

El púlpito es una especie de plataforma, más o menos elevada y más o menos ornamentada, desde la cual, tradicionalmente, los sacerdotes se dirigían a quienes acudían a misa. En un tiempo en el que la Iglesia controlaba totalemente la sociedad, él sacerdote en su púlpito era quien hacía llegar al pueblo sus preceptos. En el afán de la Iglesia por controlar todos los aspectos de la vida humana, los clérigos trataban todo tipo de temas, a veces disfrazados de parábolas. Es cierto que libertad y religión no son conceptos que suelan ir de la mano, pero los sacerdotes se dirigían a las masas con toda la libertad que la Iglesia es capaz de concebir. Seguro que muchos de sus resignados oyentes hubieran dado cualquier cosa por tener su propio púlpito. Yo, tengo el mío.

sábado, 9 de mayo de 2009

La trascendencia de lo anecdótico


Stefan Zweig nos presenta en “Momentos estelares de la humanidad” catorce instantes decisivos que cambiaron el rumbo de la historia. Desde Cicerón hasta Wilson pasando por Händel, el autor nos demuestra en estas “catorce miniaturas históricas” como en un solo instante el comportamiento de una persona o el mismo azar determinaron el desarrollo de los años, las décadas o incluso los siglos posteriores. Zweig, escritor de novelas, ensayos, relatos y biografías invirtió más de veinte años en esta obra en la que nos demuestra que la realidad siempre supera la ficción.

El gran acierto de Zweig es poner el énfasis no tanto en los hechos en sí, sino en los protagonistas de los mismos, en la humanidad. Los personajes de estos relatos son hombres de carne y hueso, y así se nos presentan, como seres humanos complejos, con contradicciones, virtudes y flaquezas. El autor huye de los mitos, de los personajes históricos y nos acerca a la faceta humana de estos hombres que con sus actos cambiaron la Historia.

Zweig nos involucra en la realidad de los personajes en parte gracias al tono novelesco con el que narra unos acontecimientos rigurosamente históricos. El lector queda atrapado por su poderosa narrativa y por momentos olvida que se trata de un trabajo fruto de la investigación “científica”. De esta manera el ensayo cumple una doble función: es lúdico y didáctico al mismo tiempo.

En estas catorce miniaturas históricas, el escritor alemán recrea episodios tan célebres como la caída de Constantinopla, la Batalla de Waterloo o el descubrimiento del océano Pacífico. Todo ello desde un punto de vista insólito, mediante la explicación de anécdotas y curiosidades desconocidas para el gran público en las que un instante se convirtió en decisivo. Se trata, por lo tanto, de una obra recomendable tanto para los amantes de la historia como para el lector medio.

A lo largo de todo el libro, Zweig hace gala de una prosa magistral que, lejos de ser pretenciosa, deleita e instruye al lector que se deja transportar a tiempos y lugares remotos de la mano de este gran narrador. El autor no sólo domina la prosa a la perfección, además se atreve a coquetear con otros géneros con excelentes resultados. Tal es el caso de “Momento heroico”, donde a través de una prosa poética exquisitamente pulida, nos mete en la piel de Dostoievski o de “La huída hacía Dios”, teatro digno de representar que narra la huída de Tolstói.

Zweig nos invita a la reflexión, “Han de transcurrir – escribe - millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar de la humanidad”, el ser humano es el instrumento de la Historia, una marioneta que ni siquiera es consciente de que de vez en cuando la decisión de un hombre, una decisión como cualquiera de las miles que tomamos a lo largo del día, un solo momento puede cambiar el curso de la Historia. El autor ha escogido sólo catorce, no están todos los que son pero si son todos los que están.

viernes, 8 de mayo de 2009

Encuentro surrealista: Mae West y Kapuscinski













- ¡Oye querido, lo me gastes el nombre! Te he dicho que volveré cuando me aburra de tumbarme al sol a esperar que estos hombres bronceados me traigan una copa y me hagan la cama, así que espérame sentado.

No puede vivir sin mí, y no le culpo. ¿Y este tipo que se hace el distraído que querrá? Si se piensa que no se lo que pretende, lo lleva claro. Míralo, allí sentado mirando su reloj, intentando disimular que no me quita el ojo de encima.

- No, no voy a decirte donde estoy, no me apeteces que atravieses medio mundo para montarme una escena. No lo olvides cariño, las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes.

Viene hacia aquí.

Qué escusa más barata. Dice que es periodista y necesita el teléfono urgentemente. Ya…
¿Kapuncinsky? Vaya, alguien necesita urgentemente un nombre artístico. Así que está escribiendo un libro, pues hoy debe ser su día de suerte…

¿Pero qué dice? Quien puede estar interesado en algo tan aburrido… ¿Censura, eh? A Noé le vas a hablar de arcas…
Hoy me siento generosa, con unos cuantos retoques convertiremos su tocho infumable en el guión para un nuevo éxito de Mae West…

¡Una comedia! ¡Tal vez con números musicales! Que transcurra en África, eso lo dejamos… Yo seré la jefa de una tribu de la que los enemigos se enamorarán perdidamente y así indultarán a sus súbditos…

¿Cómo? ¿Qué le estoy ofendiendo? ¿Frivolizando?

Será desagradecido, ya ni siquiera le dejan a una hacer obras de caridad. En fin, al menos lo he intentado. ¿Dónde está mi llave? Ah, sí, la 307. ¡Quédate con el número guapo! En menos de media hora, estarás en mi puerta suplicando que te ayude…




Este es el resultado de un ejercicio que hicimos en clase del profesor Perceval. Es un encuentro imaginado entre el personaje que yo elegí y el que escogió mi compañera Laura.

lunes, 4 de mayo de 2009

Mae West

¿Por qué se me siento identificada con este personaje?
Mae West no era una estrella de Hollywood corriente. Triunfó cuando ya no era joven y no contaba con el atractivo de la mayoría. Aún así llegó a ser lo que muchos amantes del cine, entre ellos yo, hemos soñado alguna vez. En los años 30 escribía los guiones que ella misma interpretaba, algo que pocas mujeres han conseguido. No creo parecerme ni a ella ni a sus personajes, pero para mí representa el triunfo de lo poco convencional, y siempre he creído que ser poco convencional es una gran virtud.

¿Qué valores positivos tiene?
Es el símbolo de la persecución de los deseos, la búsqueda de lo que uno desea, la victoria frente a los convencionalismos y lo establecido y sobre todo el éxito de la mujer en un mundo dominado por los hombres aún hoy en día.

¿Y negativos?
Los guiones que escribía para sí misma revelan una personalidad bastante egocéntrica, una concepción altísima de sí misma. Aunque es difícil discernir la persona del personaje.

¿Qué aspecto de ella destacaría si tuviera que trabajar este personaje para una producción cultural?
Intentaría investigar su faceta más personal, cómo era realmente esta persona más allá de la imagen que proyectaba.

¿Qué papel adoptaría si me introdujera en la historia?
Me gustaría ser el personaje, meterme en su piel para cumplir un sueño de infancia y saber que se siente.

¿Qué ha aportado a la humanidad?
Su particular visión del mundo mediante sus obras que sorprenden aún en la actualidad por el tratamiento de los temas y sus provocadores diálogos. Y además, demostró que a veces se puede conseguir lo que uno desea a pesar de las circunstancias adversas.

¿Qué obra creo que merecería?
La mejor forma de aproximarse a una figura del cine, creo que sería un biopic sobre ella.

miércoles, 29 de abril de 2009

Recomendaciones ante la crisis creativa

Se habla mucho de la crisis económica, de sus catastróficos efectos, de lo mal que están las cosas y de lo que nos espera. Hablar por hablar. Si algo tenemos claro los ciudadanos de a pie es que nadie sabe nada, o casi nada, sobre la crisis. No sé si la crisis económica esta afectando a Hollywood, sospecho que no demasiado puesto que las grandes superproducciones continúan llegando a las carteleras. Más bien es una crisis creativa la que hace tiempo se ha instalado en la meca del cine. Los efectos especiales, los remakes, las sagas interminables, las adaptaciones, las secuelas, las precuelas…tratan de suplir la falta de ideas.

Fotograma de "X-Men Oríegenes: Lobezno", precuela, adaptación y saga



Ante la escasa oferta de cine de calidad en taquilla les propongo una siempre sorprendente incursión en el cine clásico. Mi oferta no es objetiva, lo admito, soy una enamorada del cine ¿antiguo? Una vez superados los prejuicios hacia las películas en blanco y negro, encontrarán en el cine más clásico comedias divertidísimas sin la necesidad de recurrir a lo escatológico o la parodia facilona, thrillers que te atrapan con su suspense sin efectos especiales, historias de amor poco convencionales sin cursilerías ni tópicos pastelones… Hay cabida para todos los géneros y gustos en el cine de esta época.

Háganme caso, tomen nota y añadan en su lista de cosas por hacer en su paso por este mundo disfrutar de la aportación de genios como Billy Wilder, con películas tan imprescindibles como “Con faldas y a lo loco”, “El apartamento” o “Irma la Dulce”, todas ellas con el genial Jack Lemmon, o uno de mis más recientes descubrimientos: “Uno, dos, tres”.


No se pierdan el cine de Cukor que nos regaló la unión de una de las parejas cinematográficas más míticas de la historia del cine, la formada por Cary Grant y Katherine Hepburn en películas como “Bringing up baby” (desafortunadamente traducida como “La fiera de mi niña”) “Holiday” (que alguien decidió hacernos llegar como “Vivir para gozar”) o “Historias de Filadelfia” en la que el inigualable James Stewart completaba el triángulo.

Cary Grant, Katherine Hepburn y James Stewart, trío protagonista de "Historias de Filadelfia"

Siento especial debilidad por la pareja Grant-Hepburn pero también recomiendo encarecidamente los duelos interpretativos de la pelirroja con el que sería el amor de su vida, Spencer Tracy. Films como “La mujer del año”, “La impetuosa”, “La costilla de Adán”, sorprenden por su frescura más de 60 años después. Vean con especial cariño “Adivina quién viene esta noche”, última interpretación de Tracy que murió antes del estreno de una película que Hepburn nunca fue capaz de ver.

Disfruten del gran Cary Grant en “Arsénico por compasión” o “La pícara puritana”. De su mano y de la de Stewart podrán conocer también al insuperable Alfred Hithcock quién también se rindió ante la evidencia del talento y la versatilidad de ambos. De la colaboración Hitch-Grant, no dejen de ver “Atrapa a un ladrón”, “Con la muerte en los talones” y “Encadenados”. Del encuentro del director británico con Stewart, “El hombre que sabía demasiado”, “Vértigo”, “La ventana indiscute” o, la que muchos conocerán por ser la única película en un solo plano secuencia, “La soga”.

¿Qué añadir a todo lo que se ha dicho ya de la obra del mago del suspense? Desde luego su prestigio es más que merecido. Sólo una última predilección personal: “Rebecca”, film en el que nada es lo que parece y reúne todos los elementos propios del cine de Hitchcock: suspense, romance e incluso toques de su especial humor.



Acérquense al cine más clásico, no tienen nada que perder. Seguro que nunca volverán a ver el cine actual de la misma manera, entenderán que es aquello de la época dorada de Hollywood.





martes, 28 de abril de 2009

De superhéroes y antihéroes

Nunca me han atraído demasiado las historias de superhéroes. Como gran aficionada al cine que soy, recuerdo infinidad de adaptaciones de Batman (desde los Michael Keaton y Val Kilmer de mi infancia hasta el nuevo Christian Bale), al mítico Christopher Reeve volar convertido en Superman e incluso he visto algunas de las entregas de la reciente saga de Spiderman con un Tobey Maguire al que nunca veré como el hombre araña.


Aunque confieso que, cosas de la edad, no me hubiera importado ser rescatada alguna vez por George Clooney y Chris O’Donnell vestidos de "Batman y Robin", lo cierto es que ninguno de estos salvadores con mallas consiguieron llamar mi atención más allá de la hora y media de metraje ni hacerse un hueco en mis recuerdos cinéfilos o en mis desvaríos adolescentes. Y lo mismo me ocurría de más pequeña, prefería aquello del “uno para todos” de los Mosqueteros (o para mí, en aquella época de los míticos Mosqueperros) a las telarañas con las que un Peter Parker animado deleitaba a mi hermano.

Hay algo en los superhéroes que no me acaba de convencer. A menudo se me antojan personajes planos, bidimensionales. Aunque a menudo conocemos sus motivaciones, parte de su pasado y sus problemas para conciliar “trabajo” y vida privada, aspectos que les humanizan, sigo sin conectar con ellos. Tal vez carezca de la imaginación necesaria para identificarme con los superhéroes, no lo descarto. Tal vez piense que con las capacidades y poderes que poseen salvar el mundo sea más una especie de designio darwiniano que una elección personal que alabar, porque “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Tal vez porque la perfección no solo es inalcanzable para nosotros, pobres humanos corrientes, sino que además aburre.

Quizá es por esto por lo que nos atraen tanto los antihéroes. Los malos de la película siempre son más divertidos. En ellos no hay ni rastro del tono paternalista, su comportamiento inmoral y perverso nos permite explorar nuestro propio lado oscuro, dar rienda suelta a nuestras fantasías dejando al margen lo políticamente correcto. Además, ¿qué sería de Superman sin Lex Luthor o de Spiderman sin Octopus? ¿Alguien recordaría “El caballero oscuro” si no por el genial personaje del Joker que interpretó Heath Ledger? La fascinación por los “malvados” es tan antigua como el vampiro, uno de los personajes más temidos y deseados de la historia de la ficción.

Tal es la atracción por los antihéroes que de un tiempo a esta parte se han convertido en los reyes del prime time. Personajes como House o Dexter son la perfecta simbiosis del héroe clásico y el peor de los villanos. Con su doble moral se parecen un poco más a nosotros mismos, ya saben lo del tópico aquel que dice que “los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor”.
Siempre me han interesado más los seres humanos extraordinarios que los superhéroes. Pero de entre todos los héroes cinematográficos siento una especial debilidad por uno al que no sabría muy bien en que categoría etiquetar. No es otro que Indiana Jones, un atractivo doctor en arqueología que da clases en la Universidad y en su tiempo libre se dedica a salvar el mundo. Aclárenme la duda… ¿no es eso tener superpoderes?

lunes, 20 de abril de 2009

Tiempo

Hoy es veinte de abril… de 2009. Me doy cuenta de que una de mis canciones favoritas tiene unos 19 años, los que han pasado desde el 20 de abril del 90. La carta que los Celtas Cortos cantaban me acompañó durante toda mi infancia y aun hoy sigo sintiendo por ella un cariño especial. Recuerdo haber escrito algo sobre ella, una pequeña reflexión allá por el 2005 en la que me asombraba al darme cuenta de que esta canción cumplía 15 años. Pero lo más curioso es que los cuatro años que han pasado desde que escribí aquello se me han esfumado casi a la misma velocidad que los 15 anteriores.

Me abruma empezar a darme cuenta de que lo que dice la gente mayor sobre lo rápido que pasa el tiempo es cierto. Y es que el tiempo es un concepto relativo, muy relativo: enero y agosto tienen los mismos días y una clase dura lo mismo que un partido de fútbol o una película. Ajeno a nuestra subjetividad el tiempo, irremediablemente, pasa y pasa para todos. Si hay algo que me gusta del tiempo es precisamente lo democrático que es. En su avance inexorable, el tiempo no se detiene ante nada ni nadie. Dice el dicho popular que el amor no se puede comprar con dinero, pero ¿y el tiempo? ¿Acaso controlar el tiempo a nuestro antojo no sería el mejor de los regalos?

Persistencia de la memoria,también conocido como Los relojes blandos, Salvador Dalí

“Hoy no que da casi nadie de los de antes, y los que hay han cambiado” escuchamos en la inconfundible voz de Jesús Cifuentes, el tiempo nos transforma, nos modela y finalmente acaba con nosotros ¿el tiempo pasa o pasamos nosotros? Cuestión manida y, a mí entender, irrelevante. Avanzar con él es la única manera de adaptarnos, y el recuerdo, nuestra única y restringida resistencia ante su invencible paso arrollador. Porque como canta Serrat en su canción basada en el poema de Machado, “todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”.

jueves, 2 de abril de 2009

Obreras y campesinas

Se habla mucho de la incorporación al mundo laboral de la mujer, de la liberación que supuso para millones de mujeres el trabajo fuera de casa a partir de los años sesenta y setenta del siglo XX. Pero nuestro profesor, Josep María Perceval, no se equivoca al llamar la atención sobre un “pequeño” detalle que se suele pasar por alto al hablar de este fenómeno. Es que es cierto que la presencia de las mujeres en el mundo laboral fue toda una revolución en el siglo pasado, pero de la mujer burguesa, la obrera lo hizo mucho antes.


En el siglo XIX, la revolución industrial cambio radicalmente las formas de producción y el trabajo. Aparecieron las grandes fábricas en las que se hacinaban los obreros asalariados que soportaban jornadas de sol a sol en condiciones infrahumanas a cambio de un salario miserable con el que apenas les alcanzaba para sobrevivir. Pero si la vida de los obreros era dura, más todavía lo era la de las obreras. Las mujeres eran contratadas en las fábricas donde frecuentemente realizaban los turnos de noche y su sueldo era inferior al de los hombres. Después de pasar todo el día entregada al cuidado de sus hijos, de la casa y también de su marido, puesto que lo de repartir las tareas domésticas era por aquel entonces inimaginable, ellas se dirigían a la fábrica hasta que amanecía y, como si de un castigo bíblico se tratase, regresaban a su otro trabajo.

Trabajadoras en una fábrica textil

Esta puntualización, reivindicación, o simplemente decir las cosas como son, del profesor Perceval me ha hecho reflexionar. Y es que si la vida de estas mujeres en las grandes ciudades industriales era dura, la de las que vivían en el campo no era, ni mucho menos, un lecho de rosas. Hecho que no solo los poetas bucólicos pasaron por alto y del que yo misma soy testigo indirecta.

Yo soy de pueblo, pero de un pueblo de los de verdad, uno sin semáforos ni escaparates y, por supuesto, sin contaminación. Bolea, está a unos veinte kilómetros de Huesca y en la actualidad apenas alcanza los 600 habitantes. La vida allí no es tan diferente, al menos en lo sustancial, de lo que puede ser en Barcelona. Mi abuelo era agricultor, pero mi padre es funcionario y, aunque Bolea es el pueblo de las cerezas, en toda mi vida no habré pisado un campo más de una docena de veces. Sin embargo, no hace mucho que las cosas son así.

Tengo recuerdos muy nítidos de aquellos días de finales de mayo y principios de junio en los que mis abuelos recogían las cerezas. Solían volver a última hora de la tarde aprovechando que en esas fechas el día ya alarga y las jornadas bajo el sol se hacen eternas. Cuando llegaban a casa entraban en la cocina, mi abuelo se sentaba en su silla, siempre en la cabecera de la mesa, y disfrutaba de su merecido descanso. Mi abuela, le llevaba el porrón y casi sin tiempo para pararse a suspirar, hacía la cena. Después, mi abuelo se iba al “café”. Y no es que él fuera un machista, el sólo era un hombre de su tiempo y aún hoy, cuando hablas con mi abuela de aquellos tiempos siempre dice que “las cosas eran así”.

Mi abuela nunca se quejaba, hubo un tiempo en el que además tenía que hacerse cargo de cuatro hijos y de su suegra enferma y además de las cerazas, en Bolea se cultivan cereales y se cogen almendras y olivas. Pero mi abuela no era la excepción, sino la regla. Las mujeres rurales, como las obreras industriales, tenían una doble jornada laboral mucho antes de que las mujeres de las clases acomodadas comenzasen a trabajar en oficinas o a ir a la universidad.

Sigue lloviendo

Hoy también llueve
Ni si quiera me apetece salir
Pero mañana, vacaciones

viernes, 27 de marzo de 2009

Aspirantes a Prometeo


¿Qué es la cultura? Quizá debí hacerme esta pregunta antes de escoger la asignatura de Periodismo especializado en Cultura, materia que motiva este blog y los desvaríos que en él se pueden leer. Supongo que no es necesario saber definir algo para saber, con mayor o menor acierto, lo que es. La Cultura es un concepto de difícil definición, y como muestra, la clase de esta semana del profesor Perceval.

Son muchas las perspectivas desde la cuales nos podemos acercar a entender a qué nos referimos cuando hablamos de cultura, pero soy incapaz de verbalizar la idea que se forma en mi mente después de haber leído bastantes aproximaciones a tan complejo término. Sin embargo, hay a quien parece resultarle bastante más sencillo. Me refiero a aquellos que como Prometeo
, pretender iluminar a las masas con la llama de la cultura, de su cultura. Pretenciosos.

Prometeo con el fuego, Rubens

Desde su púlpito, estos pseudointelectuales, que se precian de ser unos sabios adelantados a su tiempo, predican a la masa ignorante, le dicen qué leer, qué películas ver y, lo que es peor, a quién votar. En España, un gran exponente del intelectual como pose, del genio transgresor incomprendido por la mayoría es el señor Fernando Sánchez Dragó, quién instrumentaliza la cultura para destacar sobre el resto.

Dragó es un hombre preparado, podríamos decir que es lo que se considera una persona culta atendiendo a sus logros académicos y a su amplia experiencia profesional. En unos meses estrenará un nuevo programa en televisión del cual ha dicho: “En medio de ese marasmo de telecaca, alivia mi conciencia poder hacer programas donde personas cultas hablen de forma sosegada sobre los grandes temas de este tiempo”. Hasta aquí correcto, un objetivo respetable, habrá quien piense que loable, pero dudoso. Quien conozca un poco a Dragó sabe que lo que le importa no es el fin, sino el medio y el medio de Dragó siempre es Dragó.

Dragó, en su salsa


Dragó no quiere traernos el fuego, quiere que nos llegue el calor de los incendios que provoca. Por eso sus escritos están repletos de expresiones complejas, metáforas y estructuras rebuscadas, alusiones difícilmente comprensibles, léxico nada frecuente, lenguaje recargado… Y por eso este periodista, que según su página web “a los cinco años fundó, dirigió y redactó un periódico autógrafo: La nueva España” (¡y que digan que Mozart fue un niño prodigio!), aspira a transgresor con frases del tipo “Los gatos son buda”, “La fe no es propia de los seres humanos: el perro es el que tiene fe en su amo. Soy un gnóstico no un agnóstico, entre otras cosas porque un agnóstico es un imbécil” o “la televisión es una condena kármica”. Pero parece no ser muy conciente de la delgada línea que separa lo transgresor de lo patético.

Comentario aparte merecerían las ideas políticas de quien se declara “anarcoindividualista”. Como muestra, este artículo ejemplifica bastante bien todo lo anterior.


Como estudiante de periodismo, y concretamente de Periodismo Cultural – que es lo que nos ha traído hasta aquí – creo en la labor del periodista intermediario, pero recelo del periodista protagonista. A quién sea capaz de conmover más con la forma que con el contenido, mis respetos y admiración pero ni creo que sea la labor del Periodismo ni es el caso de Sanchéz Dragó, o tal vez sea que por principios desconfío de un señor que lo mismo te recomienda un libro (preferentemente el suyo, si es que es el quien los escribe) que soluciona la crisis económica mundial (eso sí, parafraseando un artículo de The Economist).




miércoles, 18 de marzo de 2009

Dos camellos, un CD de Estopa y la “Fuente Vieja”

Probablemente, al pensar en un viaje cultural, un crucero será lo último que a la mayoría de la gente se le venga a la cabeza. Sin embargo, esta visión generalizada es muy relativa puesto que los cruceros de la actualidad siguen cumpliendo la misma función que los bajeles de los conquistadores de la antigüedad, permiten atracar en cualquier puerto y aprovechar las posibilidades que ofrece la tierra firme es cuestión de gustos. Fue precisamente durante un crucero cuando tuve la oportunidad de acercarme a una cultura muy diferente a la nuestra. Mi única incursión fuera de Europa se limita a esta breve escala en Túnez.

Vista de Tunicia

Muy a mi pesar, mis propios principios fueron los primeros en mostrarme que me encontraba en un lugar diferente a cuantos había visitado antes. Éramos un grupo grande, así que a primera hora de la mañana cogimos dos taxis en el puerto. Pocos minutos después de ponernos en marcha, ambos coches se introdujeron en un garaje de varios pisos de profundidad. Todavía aún no se si hubiese sentido el mismo recelo, por no decir miedo, de habernos encontrado en cualquier ciudad europea como Madrid, Roma o Berlín, intento convencerme de que sí. Los coches pararon y los conductores bajaron, querían discutir con nosotros el precio por hacernos de guías durante todo el día y fuera hacía 42 grados.

Poco después, en el Zoco de Tunicia un joven agarró a mi padre del brazo y le dijo: “Te cambio a tu hija por dos camellos y un CD de Estopa”. De alguna manera, aquella parodia me ayudó a ganar la batalla en la lucha interna que llevaba todo el día librando contra mis prejuicios. Ni siquiera la ofrenda de aquel tunecino sonaba tan absurda como el eco de mis propios recelos cuando entré por primera vez en el mercado. Los gritos de aquellos vendedores que nos llamaban con nombres tan españoles como Carmen, o apelaban a nuestro orgullo torero alabando a ilustres tonadilleras como Isabel Pantoja, se me antojaban un oportuno guiño tranquilizador, un cambio de papeles en el que los tópicos sobre españoles evidenciaban lo absurdo de juzgar toda una cultura a partir de simples caricaturas.

La visita al Zoco fue toda una lección de la que salí liberada. En todas partes la gente, es igual. Suena tan tonto que parece que no haga falta decirlo. Lo sabemos pero debemos creerlo. Disfruté del resto del día de forma especial, saboreando el momento como pocas veces somos capaces de hacer. Fumamos en pipa en un pequeño bar, paseamos por playas nada turísticas en las que las mujeres se bañaban completamente vestidas y conocí a un anciano que escribió mi nombre en árabe en una servilleta que todavía conservo.


Fuente Vieja, Bolea (Huesca)

A última hora de la tarde en Sidi Bou Said, nos refrescamos en una vieja fuente de la cual dudé de beber. Entonces, los gritos de unos niños que jugaban me hicieron recordar otra fuente muy lejos de allí, y volvía a mi infancia. Recordé como siendo unos críos habíamos arrancado casi indignados una etiqueta que tachaba de “no potable” el agua de la Fuente Vieja del parque de mi pueblo, aquel agua con la que nuestros antepasados habían combatido la sed en las tardes de cosecha, aquel agua con la que nuestras bisabuelas habían lavado la ropa de generaciones de labradores, la misma que utilizábamos para hacer guerras de globos de agua en los primeros días de junio… Pensé que el agua de nuestra fuente significaba todo eso, y quién era alguien de fuera para decir que no se podía beber, solo porque no estaba tratada. ¿Pesaba su criterio más que casi dos mil años de tradición? ¿Quien era yo para no atreverme a beber?

martes, 17 de marzo de 2009

La visión de España de Sorolla


En 1911, el mecenas Archer Milton Huntington encargó a Joaquín Sorolla una colección con la que decorar la sede de la Hispanic Society en Nueva York. El pintor valenciano viajó durante ochos años por las distintas regiones españolas y en 1919 finalizó su “Visión de España”. La obra está compuesta por un total de catorce lienzos que constituyen el retrato costumbrista de una España llena de contrastes, luz y color.

En el 2007 la colección abandonó por primera vez el lugar para el que fueron diseñados y tras su paso por ciudades como Valencia, Sevilla, Málaga y Bilbao, puede visitarse actualmente en Barcelona, en el
Museo Nacional de Arte de Cataluña hasta el próximo 3 de mayo.


La obra de Sorolla resulta espectacular para el visitante, no hace falta ser un entendido en arte para disfrutarla. La disposición de los enormes paneles en la sala del MNAC, a baja altura en contraposición a su colocación habitual en Nueva York, envuelve al visitante en una atmósfera casi mágica de color y grandeza al tiempo que le permite analizar la perfección de las proporciones y la minuciosidad de los detalles. Otro acierto por parte de la organización es el gran espacio libre entre los distintos paneles situados en una sala amplia y diáfana que contrasta con los cuadros.

El prospecto explicativo de la exposición, así como los paneles de la entrada de la sala, nos sitúan en el contexto en el que Sorolla pintó esta colección, lo cual resulta fundamental para su comprensión. Por otra parte, la muestra “El proceso creativo”, en la que se expone un conjunto de unos 50 dibujos, nos acerca al proceso de creación de los catorce paneles finales. De este modo, pone de manifiesto la espontaneidad con la que, pese a este laborioso estudio preparatorio, el pintor recreó su visión de España.

Muy recomendable, por lo tanto, la visita a la gran obra de Joaquín Sorolla ahora que por fin su Visión de España puede verse en los lugares que se reflejan en ella, a modo de reparación histórica y homenaje a uno de los pintores más importantes y significativos del siglo XX.

jueves, 12 de marzo de 2009

Ítaca: el eterno viaje


Las vacaciones empiezan mucho antes de guardar los libros bajo llave y tumbarnos a tomar el sol o la sombra en una terracita. El verano comienza a disfrutarse cuando apuntamos en la agenda la fecha del último examen, cuando miramos las fotos del verano anterior casi suspirando, cuando por primera vez desde hace meses salimos a la calle sin abrigo, cuando compramos los billetes y hacemos la reserva en un hotel, o incluso cuando decimos “que ganas tengo de que llegue el verano”. Para empezar a disfrutar de vuestro viaje, interior o literalmente os recomiendo la web http://www.tuaventura.org/.

Sí, las vacaciones empiezan a disfrutarse mucho antes de ser oficialmente libres y en algunas ocasiones la espera es tan larga que cuando por fin llega nos sentimos decepcionados. Muchas veces el hotel es una ruina o no deja de llover en toda la semana o sencillamente la realidad no está al nivel del paraíso idílico que llevamos meses alimentando en nuestra mente.

De eso habla el célebre poema de Kavàfis “El viaje a Ítaca”. En la Odisea, Homero nos narra el largo viaje de Ulises de vuelta a su patria. Cuando por fin llega a Ítaca, todo le resulta distinto a como él lo recordaba. A lo largo de los años en su viaje en busca de Ítaca, Ulises ha recreado un ideal que no se corresponde con la realidad. Kavàfis reflexiona, y nos invita a hacerlo, sobre la búsqueda de Ítaca como símbolo del deseo, de aquello que queremos conseguir. Pero lo importante en la búsqueda de Ítaca no es el destino, sino el trayecto, nuestras vivencias y todo aquello que experimentamos durante el viaje.

Y es que todos buscamos Ítaca, el símbolo de la eterna insatisfacción inherente al ser humano. Necesitamos Ítaca, pero tal vez Ítaca no exista. Tal vez sea una construcción necesaria para no caminar hacia lo desconocido, sino con un objetivo. Queremos saber donde vamos para no terminar en otro sitio. La idea de caminar hacia lo desconocido es abrumadora, preferimos pensar que nos dirigimos hacia algún sitio, nos auto engañamos. Ítaca es un horizonte, y en palabras de Eduardo Galeano “el horizonte sirve para caminar”.

Cuando estamos en la escuela queremos ser mayores para no tener que acostarnos pronto ni hacer los deberes, luego vamos al instituto y queremos tener 18 años para conducir o entrar en los bares. Después queremos ir a la Universidad para hacer lo que nos de la gana, una vez allí queremos acabar de una vez la carrera y tener un trabajo. Más tarde queremos un trabajo mejor o un coche más caro, o una casa más grande… Creemos que cada uno de nuestros objetivos es un paso hacia Ítaca, pero Ítaca es inalcanzable, solo conseguimos pequeñas e innumerables Ítacas efímeras, en cuanto atracamos en su orilla oteamos el horizonte en busca de nuevos destinos.

Ítaca no existe, pero sí el deseo de alcanzarla. Y es este deseo lo que nos hace seguir adelante. Cada pequeña Ítaca, es una gran victoria. Y cada espera con ilusión, un tiempo extra en las Ítacas. Tal vez, la solución sea proponernos Ítacas modestas, disfrutar del archipiélago de experiencias, momentos y aprendizajes que la vida nos ofrece antes de arribar al último puerto. Porque “la felicidad es un trayecto, no un destino”.

Buena suerte en vuestro viaje hacia Ítaca, y parafraseando a Kavàfis, espero que el camino sea largo, y no tengáis prisa pues todos los viajes acaban irremediablemente de la misma manera y después de agosto siempre llega septiembre. Yo, mientras tanto seguiré contando los días para mi próxima y asequible Ítaca: las vacaciones de Semana Santa, que ya hace tiempo que empecé a disfrutar.

martes, 3 de marzo de 2009

El arte: un bien de la humanidad

Los multimillonarios no sufren la crisis, y si no que se lo pregunten a los responsables de Christie’s. La casa de subastas ha conseguido casi 500 millones de dólares por la colección de obras de arte que perteneció al modisto Yves Saint Laurent y a su pareja, Pierre Bergé. Sin embargo, si por algo ha dado que hablar la subasta ha sido porque entre las piezas se encontraban dos cabezas de bronce de una serie de doce que representaban los animales del horóscopo chino y que fueron robadas en 1860 del Antiguo Palacio de Verano por tropas francesas y británicas. La Administración Estatal de Patrimonio Cultural de China intentó sin éxito detener la subasta de Christie´s y exigió la devolución de las dos cabezas de la dinastía Qing. Sin embargo, se ha desvinculado del coleccionista Cai Mingchao, relacionado con el Fondo Nacional de Tesoros de China que ofreció en la subasta de 35 millones de dólares por las dos cabezas que no iba a pagar por ellas. Bergé ha señalado que las cabezas volverán a su colección privada.

Las cabezas de la discordia
¿Y ya está? ¿Fin de la polémica? Pues sí, porque las cabezas son suyas, por el simple hecho de que pago por ellas. Se podría discutir mucho sobre el tema de los expolios, de hecho la comunidad de la que soy, Aragón, mantiene una larga disputa con la comunidad desde la que escribo, Cataluña, a propósito de los bienes religiosos de la Franja que Huesca reclama y Lleida retiene. Pero este es otro asunto, mi reflexión no va por allí. El tema de las cabezas de la discordia me hace preguntarme: ¿a quién pertenece el arte?

Resulta que si alguien tiene el suficiente dinero puede comprarse un Picasso y tener el mal gusto de colgarlo en el cuarto de baño privando al resto de la humanidad de poder admirarlo. Pues no me parece justo. Si amparamos las colecciones privadas ¿cómo impediremos que un ricachón descerebrado tire un Goya a la basura y se quede con el marco? El arte es un bien público, no debería ser de nadie porque es de todos.

Algunos de estos adinerados coleccionistas tienen el detalle de crear fundaciones o prestar, e incluso donar, algunas piezas a museos para que el público pueda acceder a ellas. Quizá sean mis prejuicios los que hablan pero, si lo hacen es para a alabanza y gloria de su nombre, para que el resto de los pobres mortales tengamos que sentirnos agradecidos por algo que de hecho nos pertenece. Sí, nos pertenece. El arte es un bien público, es un bien de la humanidad y nadie tiene derecho a monopolizarlo.

El Estado invierte en obras de arte con las que ampliar los museos pero no siempre es suficiente. En la práctica es imposible que no existan las colecciones privadas, pero la exhibición de estas obras no debería ser un gesto de “generosidad” por parte de los propietarios sino una obligación. Mientras no se les imponga a nuestros queridos millonetis esta obligación, me niego a darles las gracias por algo a lo que tengo legítimo derecho.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El tópico de criticar el tópico

El pasado domingo, Penélope Cruz se convirtió en la primera actriz española en ganar un Oscar. Tras los éxitos de Javier Bardem en la pasada edición de los premios de la Academia y la proyección internacional de Almodóvar, parece que poco a poco los españoles se están haciendo un hueco en Hollywood. Sin embargo, España no solo exporta cine, los éxitos del deporte español también traspasan fronteras. Futbolistas como Fernando Torres o Cesc Fábregas son auténticos ídolos en Inglaterra, tanto que este verano una televisión inglesa invitaba a los hinchas británicos a apoyar a la Selección Española en la Eurocopa, y hace un par de semanas Ruddy Fernández y Pau Gasol participaron en el fin de semana de las estrellas de la NBA. Y qué decir de Rafa Nadal.

Esto es solo una pequeña muestra de lo que suena España en el mundo… ¿pero qué España? La mayoría de los turistas vienen en busca de un lugar idílico en el que comer paella y beber buen vino a cualquier hora del día (excepto durante la siesta, por supuesto) y acudir a tablaos flamencos y a corridas de toros. Y es que esta es la realidad que siguen retratando algunas guías turísticas de países como Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Rusia y Japón, así y como recoge Tereixa Constenla en su artículo de El País España, ese tópico.

Esta colección de tópicos esta muy lejos de la realidad cotidiana y pocos se sienten identificados con esta imagen pero ¿acaso no es lo que España vende? Criticar el tópico es ya un tópico pero… ¿Pero como vendemos lo español sin caer en el tópico? ¿Cómo convencemos a los guiris de que veraneen en España sin ofrecerles paella, siesta y fiesta? No parece sencillo, o al menos ningún genio de la publicidad ha encontrado la respuesta hasta la fecha, obviamente yo tampoco.

El Spain is diferent sigue siendo rentable. Y si no que le pregunten a Almodóvar, famoso por retratar fielmente la realidad de la sociedad española actual porque ¿quién no tiene un padre transexual, una hermana monja embaraza y una madre prostituta politoxicómana? Es fácil hacer chistes con el cine de Almodóvar, un transgresor para muchos que no por ello deja de recurrir a los tópicos de la España de
charanga y pandereta de la que hablaba Machado. Y como muestra un botón.

La musa de Almodóvar, Penélope Cruz fue retratada hace algunos meses junto al torero Cayetano Rivera y al propio director entre otros, por la gran fotógrafa Annie Leibovitz. Las fotos nos muestran a una Penélope totalmente transformada en la Carmen de Merimée rodeada de flamenco y toros. Tópico sí, pero no ofrece una imagen muy distinta a la de la Raimunda que Cruz interpretaba en Volver. En la película que le valió a la actriz madrileña su primera nominación para los Oscars, Estrella Morente le prestaba la voz en una "españolísima"
versión del famoso tango de Gardel que da nombre al film.

Foto de Annie Leibovitz para Vogue // Cartel de la Película Volver de Almodóvar

















Otra de las fotografías de Leivobitz//Imagen de una escena de la película Volver


Y como olvidar el “mítico” discurso del manchego al recoger el Oscar al Mejor Guión Original por Hable con ella, en el que acordándose de medio santoral y haciendo enfásis en las grandes diferencias en entre la cultura española y la norteamerica.

Ante la imposibilidad de retratar la identidad de toda una comunidad se recurre a los tópicos, que constituyen la simplificación de toda una cultura inabarcable por su heterogeneidad. No existe una estética común para todo un país o un grupo amplio. Puede que los tópicos banalicen y simplifiquen la cultura, y desde luego no reflejan la realidad, pero son útiles a la hora de construir una estética en los productos culturales. Sirven como elemento de identificación de personajes y lugares, en parte forman parte del lenguaje que comparten el creador y el consumidor del producto. Desde el punto de vista funcional son una herramienta válida de contextualización y explicación en el lenguaje narrativo.

Sin embargo, debemos tener siempre muy presente que los tópicos, son sólo eso. Reflexionando sobre los tópicos sobre nosotros mismos tal vez logremos una actitud más analítica ante los tópicos y estereotipos de los demás. Basta con preocuparse un poco en documentarse para no acabar, como en
Misión Imposible II, quemando los pasos de Semana Santa a modo de fallas valencianas.

viernes, 20 de febrero de 2009

400 años de olvido

“Que todos los moriscos de este reino, así hombres como mujeres, con sus hijos, dentro de tres días de como fuere publicado este bando en los lugares donde cada uno vive y tiene su casa, salgan de él y vayan a embarcarse a la arte donde el comisario les ordenare". Con estas palabras, un edicto del rey Felipe III ordenaba la expulsión de los moriscos de España en 1609, hace ahora 400 años.

Los moriscos descendían de los musulmanes que habían poblado Al-Andalus y que habían sido bautizadas a comienzos del siglo XVI. Pese a que constituían una minoría. Su conversión al cristianismo había sido forzada por lo que dentro de esta comunidad había diferentes posturas religiosas. Lo que es cierto es que conservaban costumbres propias del Islam: ayunaban durante el Ramadán, no comían cerdo ni bebían vino, circuncidaban a los niños…Por lo que los moriscos eran un grupo diferenciado que en ocasiones sufría lo que ahora llamaríamos racismo por parte de los cristianos viejos.

La expulsión de los moriscos supuso el exilio de alrededor de 300.000 personas, el éxodo más numeroso de la historia de España hasta la Guerra Civil. La mayoría de ellos se refugiaron en países como Argelia, Túnez y Marruecos. Sin embargo, pese a las trascendentales consecuencias que este episodio supuso, no solo para los propios moriscos, sino también para la tierra que dejaron y la que les acogió, este es uno de los episodios menos conocidos de nuestra historia. Las numerosas celebraciones que se preparan con motivo del cuarto centenario de la expulsión de los moriscos, aportarán su granito de arena para reparar, aunque sea en parte, esta deuda con nuestro pasado.

Fueron varias las causas que llevaron a Felipe III a tomar tan desgraciada decisión, y desde luego ninguna que lo justifique. Por lo tanto, tal vez el mayor homenaje que se pueda hacer se resuma en el reconocimiento de las palabras de Ramón Petit, del Instituto de Estudios Mediterráneos: “Para España fue una pérdida mientras que para Túnez supuso un renacimiento de tradiciones y culturas que ha conferido una diferenciación hasta la actualidad”. Muchos expertos de los países de acogida coinciden con Petit, la llegada de los moriscos significó grandes beneficios culturales en el arte, la música, la arquitectura… Una riqueza que todavía es palpable hoy en día, basta con pasear por las calles de la ciudad de Testour (Túnez) y conversar con sus habitantes, Mientras nosotros hemos olvidado a aquellos moriscos, ellos siguen teniendo muy presente de donde vienen.

Mientras, España, el país que los había expulsado, sufrió graves consecuencias económicas que afectaron a todos los sectores. Las tierras que cultivaban los moriscos quedaron yermas durante años y muchas regiones quedaron abandonadas. Tal vez al rey y sus validos no les importase demasiado el drama humano que supuso que trescientas mil personas fueran obligadas a abandonar la que había sido su tierra desde hacía generaciones, pero seguramente constataron pronto su error cuando la economía se resintió.
Aquí encontraréis las opiniones de algunos expertos
Trailer de la película: ""Expulsados 1609: la tragedia de los moriscos" es una producción de Casa Árabe y Sagrera Audiovisual que cuenta con la participación de TV3-Televisió de Catalunya y el Canal Historia.
Recorrido por el Túnez morisco y la ciudad de Testour
Web IV CEntenario de la expulsión de los moriscos