viernes, 27 de marzo de 2009

Aspirantes a Prometeo


¿Qué es la cultura? Quizá debí hacerme esta pregunta antes de escoger la asignatura de Periodismo especializado en Cultura, materia que motiva este blog y los desvaríos que en él se pueden leer. Supongo que no es necesario saber definir algo para saber, con mayor o menor acierto, lo que es. La Cultura es un concepto de difícil definición, y como muestra, la clase de esta semana del profesor Perceval.

Son muchas las perspectivas desde la cuales nos podemos acercar a entender a qué nos referimos cuando hablamos de cultura, pero soy incapaz de verbalizar la idea que se forma en mi mente después de haber leído bastantes aproximaciones a tan complejo término. Sin embargo, hay a quien parece resultarle bastante más sencillo. Me refiero a aquellos que como Prometeo
, pretender iluminar a las masas con la llama de la cultura, de su cultura. Pretenciosos.

Prometeo con el fuego, Rubens

Desde su púlpito, estos pseudointelectuales, que se precian de ser unos sabios adelantados a su tiempo, predican a la masa ignorante, le dicen qué leer, qué películas ver y, lo que es peor, a quién votar. En España, un gran exponente del intelectual como pose, del genio transgresor incomprendido por la mayoría es el señor Fernando Sánchez Dragó, quién instrumentaliza la cultura para destacar sobre el resto.

Dragó es un hombre preparado, podríamos decir que es lo que se considera una persona culta atendiendo a sus logros académicos y a su amplia experiencia profesional. En unos meses estrenará un nuevo programa en televisión del cual ha dicho: “En medio de ese marasmo de telecaca, alivia mi conciencia poder hacer programas donde personas cultas hablen de forma sosegada sobre los grandes temas de este tiempo”. Hasta aquí correcto, un objetivo respetable, habrá quien piense que loable, pero dudoso. Quien conozca un poco a Dragó sabe que lo que le importa no es el fin, sino el medio y el medio de Dragó siempre es Dragó.

Dragó, en su salsa


Dragó no quiere traernos el fuego, quiere que nos llegue el calor de los incendios que provoca. Por eso sus escritos están repletos de expresiones complejas, metáforas y estructuras rebuscadas, alusiones difícilmente comprensibles, léxico nada frecuente, lenguaje recargado… Y por eso este periodista, que según su página web “a los cinco años fundó, dirigió y redactó un periódico autógrafo: La nueva España” (¡y que digan que Mozart fue un niño prodigio!), aspira a transgresor con frases del tipo “Los gatos son buda”, “La fe no es propia de los seres humanos: el perro es el que tiene fe en su amo. Soy un gnóstico no un agnóstico, entre otras cosas porque un agnóstico es un imbécil” o “la televisión es una condena kármica”. Pero parece no ser muy conciente de la delgada línea que separa lo transgresor de lo patético.

Comentario aparte merecerían las ideas políticas de quien se declara “anarcoindividualista”. Como muestra, este artículo ejemplifica bastante bien todo lo anterior.


Como estudiante de periodismo, y concretamente de Periodismo Cultural – que es lo que nos ha traído hasta aquí – creo en la labor del periodista intermediario, pero recelo del periodista protagonista. A quién sea capaz de conmover más con la forma que con el contenido, mis respetos y admiración pero ni creo que sea la labor del Periodismo ni es el caso de Sanchéz Dragó, o tal vez sea que por principios desconfío de un señor que lo mismo te recomienda un libro (preferentemente el suyo, si es que es el quien los escribe) que soluciona la crisis económica mundial (eso sí, parafraseando un artículo de The Economist).




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